Ermita Virgen del Villar
La Ermita de la Virgen del Villar está enclavada en un paraje especial, rodeada de viejos olivos centenarios asentados en bancales con hormas de olivares, salpicados de almeces, robles, carrascas, ailantos e higueras.
Tradicionalmente la primera moza que se casaba en el año cuidaba la Virgen durante todo el año. Adquiría la obligación de tener siempre encendida la lamparilla de la Ermita de la Virgen del Villar. Todos los días por la mañana renovaba el aceite y la encendía, sino lucía. Si era necesario, iba más veces, ella misma o un mandado, para encenderla en caso de que se hubiera apagado. Si alguien pasaba por la ermita y no veía la luz enseguida avisaba. Hoy en día esta bonita pero laboriosa tradición se ha sustituido por una pequeña lamparilla eléctrica que siempre está encendida.
El día 30 de Abril se celebra la romería a la Virgen del Villar, patrona del pueblo. Se mantiene la tradición de rezar una novena en su honor, desde el día 21 al 29 de Abril. Los fieles salen de la Iglesia del pueblo por la tarde y se va rezando el rosario por el camino hasta la ermita, donde se reza la novena. Se vuelve al pueblo rezando las letanías de los santos. Una bandera y un estandarte van abriendo el paso a la procesión.
Participa mucha gente del pueblo tanto mayores como jóvenes. La madrugada del día 30 de Abril sobre las 6 de la mañana los fieles recorren las calles cantando la aurora en seis enclaves del pueblo. Se lleva una campanilla para que la gente se vaya levantando y preparando para la fiesta. Se sale después en procesión desde la iglesia del pueblo hasta la ermita rezando el rosario. Una vez allí, se canta La Salve Regina y una canción de despedida a la Virgen. La gente se reúne por cuadrillas en la explanada para estar una rato juntos comiendo chorizos y longaniza asados, preparados por los mozos que han ido un rato antes para encender el fuego. A la vuelta, una vez en el pueblo, se come chocolate con bizcochos en el bar. Se celebra Misa mayor a las 12 h. en honor de la Virgen. Ese día se engalanaba antes la entrada de la ermita con dos arcos de hiedra y flores, también preparados por los mozos esa misma madrugada. ( para ampliar información consultar la sección de tradiciones ).
La Virgen del Villar es una advocación mariana que tiene su principal patronazgo en la localidad Navarra de Corella, aunque existen numerosos santuarios marianos por toda España donde se le da culto. En la Comarca Comunidad de Calatayud, además de nuestra localidad de Sediles también se le venera en Calmarza donde se le rinde culto en su Ermita y en un peirón. En Calmarza la romería a la Ermita de la Virgen es el primer sábado de Mayo aunque antes se iba a la Virgen del Villar el primer lunes de Mayo. Según la tradición la Virgen María se apareció en una “villa “, lugar en el que se construyó la Ermita y en 1549, por concesión de Paulo I, la localidad de Corella recibió el patronazgo de Nuestra Señora del Villar.
El arraigo de la devoción a la Virgen del Villar en Sediles parece remontarse a época medieval, en el marco del temprano desarrollo de las devociones marianas en tierras aragonesas, reconquistadas a partir de la primera mitad del siglo XII.
Por otro lado existe una relación entre las devociones a la Virgen del Villar de Corella y Sediles, que parece reciente y puede documentarse en la adopción por parte de los vecinos de Sediles de los Gozos a la Virgen del Villar de Corella.
La Virgen del Villar es una talla de madera de pequeño tamaño (55x30x18cm.) de autor desconocido.
Desde el punto de vista técnico la imagen está tallada sobre madera, quedando el reverso un poco hueco. La superficie está policromada excepto algunas zonas que presentan dorados al agua.
La Virgen luce un vestido de color pardo sobre el cual se dispone un manto de color azul con el reverso de color verde. Cubre su cabeza con un velo blanco, ceñido mediante una corona lisa y dorada. Debajo del tocado asoman unos cabellos claros. El niño viste una túnica roja, ceñida con un cinturón dorado. La decoración de los ropajes es muy sencilla: estrellas y borduras doradas en el manto de la Virgen y simples borduras doradas en la túnica del niño.
Respecto a la posición de ambas figuras, la Virgen levanta la mano derecha, con la que sostiene una bola que simboliza el mundo, mientras que con la mano izquierda sostiene al niño que descansa sentado sobre una de sus rodillas. El niño porta un libro en su mano izquierda, mientras que con la mano derecha bendice.
El trono sobre el que reposa la imagen está policromado en rojo y verde. Tiene la forma de un asiento acolchado provisto de una base para los pies. Con la intención de enriquecer el trono, se ha decorado con motivos vegetales y geométricos bastante toscos.
Si bien la imagen no fue concebida originalmente como “ imagen de vestir “, la devoción popular ha modificado su apariencia incorporando algunos mantos complementarios para vestir la imagen con objeto de las procesiones de la festividad de Nuestra Señora del Villar: por una lado tiene un respaldo y una base muy rústicas, pintadas en marrón y datadas en 1923, según figura en una inscripción del reverso de las mismas, por otro lado la imagen tiene una corona de latón de época moderna con forma estrellada, que se engarza sobre la cabeza mediante un vástago de madera.
Esta imagen corresponde al tipo Virgen de Majestad o Virgen entronizada con el niño en sus rodillas, dentro de las tipologías de la Virgen sedente existe un tipo de majestad asimétrica, caracterizada por la evolución de la disposición de las manos, hasta situar la palma derecha hacía arriba sosteniendo atributo y la izquierda tocando al hijo, y que se puede documentar a partir de la segunda mitad del siglo XII. En esta talla, la composición es asimétrica: el Niño está desplazado respecto al eje central hacia la rodilla izquierda de la Virgen. Este esquema compositivo asimétrico contribuye a atenuar la rigidez que caracteriza a estas Vírgenes de Majestad.
La expresión de los rostros es afable y risueña. Existe una clara intención por parte del artista de reflejar el afecto maternal, que consigue mediante el gesto protector de la madre sujetando a su hijo. Precisamente en este aspecto es en el que se advierte la evolución desde las Vírgenes Trono del románico a las Vírgenes de Ternura características del gótico, evolución que se concreta en la humanización de los gestos y las expresiones faciales, y que también se aprecia también en esta talla de Nuestra Señora del Villar.
Respecto a su calidad artística, destacar que el tratamiento plástico de los volúmenes es bastante tosco y de las desproporciones anatómicas son evidentes.
Ante la ausencia de documentación para precisar la cronología de esta talla, hay que atender a su rasgos estilístico y proponer una cronología aproximada por comparación. Desde esta perspectiva podemos considerar esta obra como una talla gótica del siglo XIV, por su analogía con representación semejantes de Vírgenes de Majestad documentadas en esta centuria. En relación con esta cronología, y en un área geográfica próxima, solamente se ha documentada una talla gótica del siglo XIV, en la localidad del Frasno: NUESTRA SEÑORA DE PIETAS, considerada como una “ versión popular de la tipología trecentista de la Virgen sedente “ y datada en torno a mil trescientos. Existen otras Vírgenes medievales en Calatayud ( Virgen de Bámbola y Nuestra Señora de l a Peña ), pero parecen de cronologías anteriores.
No obstante y por tratarse de una obra de carácter local conviene resaltar que acusa ciertos rasgos de arcaísmo que la emparentan con ejemplares del siglo XIII. Esta tendencia arcaizante y popular, parece una rasgo característico de las imágenes en el siglo XIII, como resultado de una evolución artística que había agotado las vías de expresión del románico, repitiendo incesantemente tipologías y recursos plásticos.