Neveros

En las más altas cumbres de la Sierra Vicor se localizan los restos de 3 antiguos neveros, concretamente dentro del pico conocido como Vicora en el eje divisorio de los municipios de Sediles, Calatayud e Inoges.

La de Calatayud es la más pequeña de todas y la que esta en peor estado, justo enfrente de esta a escasos 20 metros , en lo más alto del paraje conocido como “el quemado”, se encuentra la de Sediles de mayor dimensión, con un diámetro de 5 metros y una profundidad no definida, al encontrarse en su fondo gran parte de su cúpula, pero no inferior a los 8 metros . Lo cual nos indica la importancia y espectacularidad de la edificación. A 70 u 80 metros , en la cumbre del mismo pico, se encuentra la nevera mejor conservada de las tres conservándose prácticamente completa, pero al encontrarse dentro de la zona de seguridad de la base aérea militar su visita se hace limitada

Dentro de la arquitectura popular los pozos neveros estaban dedicados casi exclusivamente al almacenamiento, conservación y venta de hielo.

Como se sitúan a más de 1.000 metros tenían garantizada la materia prima y su conservación era excelente la mayor parte del año. El principal conveniente era la distancia a los lugares de abastecimiento y los deficientes caminos de acceso.

Las neveras que se conservan en la Sierra Vicor son artificiales, elaboradas por la mano del hombre, que constan de dos partes diferenciadas: el pozo y la cubierta.

El pozo consiste en una oquedad excavada en un declive terroso revestido por paredes de piedra en mampostería. Poseen como requisito indispensable de un fondo permeable o en su defecto de un suelo levemente inclinado hacia un desagüe para el escurrido del agua derretida, regalada, del hielo almacenado con objeto de una correcta congelación del resto. Requisito que no se ha podido constatar en ninguna de las neveras de la Vicora , al estar su suelo colmatado y ser precisa una excavación y limpieza. Pero que queda de manifiesto en la nevera de Sediles, al enclavarse aguas más abajo el denominado Pozo de los Neveros que recogería las escorrentías de las neveras superiores, las cuales eran utilizadas para regar los huertos cercanos y como abrevadero para los animales ya que en el complejo del Pozo de los Neveros aún se pueden apreciar los restos de unos pilones. Para bajar al fondo de las neveras se empleaba a lo largo del perímetro de la circunferencia de la pared, peldaños de losas que sobresalen de ésta y permiten descender al suelo, ejemplo de esto es la nevera de la cima Vicor.

Las cubiertas son abovedadas, estando completas la de la cumbre y apreciándose su inicio en la de Sediles, realizadas en piedra viva por aproximación de hiladas, con un aspecto tumular exterior cuya cúpula está recubierta de tierra.

Cuando nevaba el encargado de la nevera contrataba cuadrillas para la recogida de la nieve y su introducción al pozo. La labor mas ardua comenzaba en el fondo del pozo, los peones allí situados pisaban y endurecían la nieve hasta convertirla en hielo. Anteriormente en la base habían colocado tablas, sarmientos o ramas con el fin de que la carga de hielo no contactara con la nieve que se regalaba. Se hacían capas de 20 a 50 cm , y entre capa y capa otras compuestas de paja y hojarasca que les servían de aislantes y contribuían a facilitar la separación en el momento de sacar el hielo.

El hielo resultante se vendía por los pueblos que lo solicitaban y principalmente en Calatayud. La disponibilidad de hielo para su venta empezaba desde principios de mayo hasta mediados de octubre. Es singular que aunque de las tres neveras de la Sierra dos estén fuera del término de Sediles y aún así correspondía a éstos el uso y explotación de ellas. Su transporte se realizaba preferentemente por la noche, para una mejor conservación del producto en caballerías convenientemente protegidas por pieles de cabras cargadas con cestos de hielo o serones que solían estar envueltos por arpilleras.

Se empleaba con fines terapéuticos y culinarios. Usándose contra las fiebres, para rebajar las inflamaciones en las fracturas, para cortar las hemorragias y mezclando el agua de nieve con unas gotas del apreciado aceite de Sediles para las quemaduras. En la cocina se utilizaba para conservar los alimentos, refrescar las bebidas y hacer helados. Ya en época medieval se cita su uso en Aragón en el Libro de cuentas de la casa real de Pedro III de Aragón (1239-1285) en el que claramente se habla del consumo de helados. Pero cuando realmente se populariza su empleo es a mediados del siglo XVI y en el XVII que fue cuando se produjo el boom constructivo de neveras en la zona.

En el momento de su desaparición se comenta que sus últimos clientes fueron los balnearios, numerosos en nuestra comarca. En la actualidad estas edificaciones o sus ruinas es lo que nos queda de una de las primeras industrias de Sediles, desaparecida no hace tanto tiempo de nuestra Sierra Vicor aunque ahora nos resulte distante. Si no hacemos ahora algo por recuperar dichas construcciones se perderán irremediablemente.

Complejo de Nevera y Pozo de los Neveros de Sediles

Restos de la Nevera de Calatayud

Nevera de la Cima Vicora

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